"El monumento de Alberdi, ubicado en la plaza homónima de esta capital, revela la calidad de la técnica utilizada por Lola Mora, que se luce en las oposiciones de texturas. La obra, de mármol de Carrara y placas de ónix de San Luis, conformada por la estatua del prócer, una alegoría de la República, de la Música y de un ángel es una de las más logradas y armónicas de la talentosa y transgresora artista nacida en Trancas", dijo a LA GACETA, Celia Terán, la licenciada en Artes Plásticas que obtuvo en 1998, el primer título de doctora en Artes, otorgado por la Universidad Nacional de Tucumán, con la máxima calificación.
"Lamentablemente los dedos de la mano derecha de la joven de la alegoría de La República, que le entrega la pluma, los habían depredado o se cayeron. Cuando se hizo la restauración entre 1991 y 1994 sólo se incluyeron los dedos pero no la pluma, porque nunca fue encontrada. No obstante ello al poco tiempo de reacondicionarse los dedos volvieron a aflojarse y caerse", explicó la doctora Terán.
Meditabundo
"El estadista (Alberdi) se encuentra coronando el conjunto escultural, en actitud meditabunda. La figura está plantada firmemente de pie, con los brazos cruzados sobre el pecho y la cabeza gacha. La alegoría de la República, representada en la figura de una joven esbelta, que le ofrece un libro -Las Bases- y una pluma para escribir, mientras asciende una grada. Además de la República, girando y hacia atrás, Lola Mora colocó en actitud sedente y apoyada en una lira, a la figuración de la música. Así ponía en evidencia esa veta artística del tucumano, que era compositor y pianista. Y le agregó en ángulo opuesto, un gracioso niño arrodillado remarcado por el gesto risueño de su carita infantil", describió la académica.
Cuatro obras en dos días
La experta en historia del arte, que preside la Comisión Honoraria de Patrimonio Histórico y Cultural (Arquitectura, Arte y Arqueología) de la UNT y asesora en el área de Artes Plásticas del Museo "Juan B. Terán" de esa casa de altos estudios, enfatizó que Dolores Mora de la Vega, en la estadía más extendida y prolífica en su terruño, entre el 18 de junio de 1904 y el 25 de septiembre del mismo año culminó cuatro obras.
Lola, discípula de Santiago Falcucci, que se había especializado en Italia, llegó con la alegoría de la Independencia -conocida como La Libertad-, el monumento a Juan Bautista Alberdi y los dos relieves que ornamentarían el templete del Salón de la Jura de la Casa Histórica. "Los operarios, supervisados por Lola Mora trabajaron en las diferentes obras. Un grupo lo hizo en la Casa de la Independencia -albañiles construyeron los nuevos muros para fijar los relieves y junto a ellos los fundidores unieron y sopletearon los módulos. En la plaza Independencia otro grupo se ocupó de La Libertad -albañiles para el basamento y tallistas, para trabajar los bloques de granitos-", describió la historiadora y primera directora del Instituto de Arte Americano y Regional de la UNT.
"En la plaza Alberdi -continuó Terán-, otro núcleo de trabajadores construyó el pedestal del monumento al autor de las Bases, que además de tener mármol y ónix, se completó con el emplazamiento de cuatro figuras en su contorno".
Tres actos
Según la experta, los bajorrelieves -dos de los más grandes de este tipo en América- y el templete se inauguraron el 24 de septiembre de 1904. "Los dos relieves, que hoy se ubican en el patio posterior de la Casa Histórica, representan los actos culminantes de nuestra liberación: la constitución de una Junta de Gobierno criolla en reemplazo del virrey español, el 25 de Mayo de 1810, en el Cabildo de Buenos Aires, y la Declaración de la Independencia en Tucumán, el 9 de Julio de 1816. La Libertad se habilitó el mismo día, por la tarde, en la plaza Independencia y al día siguiente -el 25- el entonces gobernador Lucas Córdoba, descubrió el monumento para Alberdi", dijo.